(1924-2005)
Maestro de la Psiquiatría Chilena
Profesor de Psiquiatría.  Departamento de Salud Pública,
Salud Mental y Psiquiatría, Facultad de Medicina,
Sede Sur de Santiago, Universidad de Chile.
  Jefe del Programa de Salud Mental, Área Sur de Santiago,
Servicio Nacional de Salud.

Tres etapas históricas definen a la psiquiatría chilena: asilo (1852-1952), Hospital Psiquiátrico (1953-1970) y Salud Mental de la comunidad (1971- en adelante).  Ellos emergen de estructuras concordantes de nuestro desarrollo histórico general.  En 1852 se funda en Santiago la Casa de Orates, herencia de la concepción medieval europea de la enfermedad mental, y producto de una sociedad chilena dominada por la clase terrateniente, con una estructura feudal.  En términos de un programa de Salud Mental, la etapa asilar concibe la asistencia como un simple y prolongado secuestro del paciente demente o psicótico desde el conglomerado social.  La formación del personal se restringe a profesionales que, en cortos meses, observan y aprenden a reconocer cuadros graves y terminales para, en el futuro, remitirnos al asilo.  La investigación científica se centra en la elaboración o perfecciona-miento de clasificaciones nosológicas que permiten ordenar a los pacientes.   La nota central es una actitud colonialista cultural ante las clasificaciones europeas, con grave déficit de la creatividad nacional.

Entre 1930 y 1950, la introducción de la malarioterapia y los tratamientos de choque (insulina, choque eléctrico), preparó el viraje a la segunda etapa histórica. La industrialización, iniciada en Chile a fines del pasado siglo, e intensificada a partir de 1939, alcanza un primer estadio de desarrollo capitalista alrededor de 1950.  Paralelamente al dominio de una clase burguesa emergente, se moderniza el asilo, la Casa de Orates cambia su nombre y parte de la estructura interna toma el carácter de Hospital Psiquiátrico, en 1953.

Otra parte, “los servicios de crónicos”, mantienen la atmósfera asilar, que, entretanto, ha sido copiada ya en las principales ciudades de provincias: Valparaíso, Concepción, Antofagasta, Talca, etc.   

En términos programáticos, la etapa Hospital Psiquiátrico, concibe la asistencia como tarea nacional, sin sectorización, incorporando técnicas psicoterapéuticas y psicofarmacológicas que permiten la atención externa de casos seleccionados de neurosis y alcoholismo.  La formación de personal se amplia en las universidades a un año académico, estimulándose, aunque no capacitando, a los profesionales hacia el control y prevención  de alcoholismo y neurosis.  La investigación científica se orienta a la clínica y al tratamiento farmacológico, emergiendo la investigación epidemiológica, con su quemante denuncia de la magnitud del problema de Salud Mental, que actuó como motor de la siguiente etapa histórica.  La investigación en alcoholismo comienza a romper la dependencia cultural foránea; la solución programática de esta afección, surge como la piedra angular chilena de la Salud Mental de la Comunidad.  Desde fines de 1970 se inicia el tránsito hacia una sociedad socialista sin clases sociales.  Por otra parte, la orientación mundial hacia la Psiquiatría de Comunidad durante la década del 60, la introducción de técnicas masivas de tratamiento farmacológico y la evidencia que un 20% de la población necesita atención psiquiátrica, rompe el esquema institucional de Hospitales, Consultorios, etc., para plantear el desafío de fondo: el traspaso del eje de los programas  -asistencia, docencia e investigación- desde la estructura institucional a la estructura de masas, intracomunitaria, quedando las instituciones como elementos de apoyo y coordinación técnica.   En términos de programa, la asistencia es concebida sectorialmente, como tarea de líderes de la comunidad, personal de salud en general y el equipo de Salud Mental como coordinador de la acción.  La prevención es tarea de toda la población.  La docencia abarca a profesionales, durante 2 a 5 años de carrera, personal de salud, líderes comunitarios y la comunidad toda.  La investigación científica se vuelca a la creación, implementación y evaluación de programas populares de Salud Mental, rompiendo definitivamente el colonialismo cultural.  El debate de fondo se plantea hoy alrededor de lo siguiente: ¿Podemos pasar desde la estructura feudal en Salud Mental, representada por el asilo, modernizado en el Hospital Psiquiátrico, a una psiquiatría de masas? ¿Es imprescindible una etapa intermedia, de Servicios de Psiquiatría en Hospitales Generales o Unidades de Salud Mental, a lo largo del país, antes de planear la solución nacional masiva, intracomunitaria?

Vivimos una revolución en Salud Mental, pero…¿Revolución tecnócrata o revolución cultural?

Nota de los Editores: el título de esta reproducción corresponde al subtítulo de la segunda sección de un trabajo integrado por 13 secciones del mismo autor, titulado “La revolución cultural chilena en programas de salud mental”, publicado en Buenos Aires por Acta Psiquiát. Psicol.  Amér. Lat., 1973, 19, 17.  Se seleccionó en esta ocasión nada más que esta sección por ser la única atingente a aspectos históricos de la Casa de Orales / Manicomio Nacional / Hospital Psiquiátrico. 

Este artículo se reproduce gracias a la autorización de Ediciones Sociedad Chilena de Salud Mental www.schilesaludmental.cl

UNIDAD DE
PSICOLINGUÍSTICA CLÍNICA

La Unidad de Psicolingüística Clínica se crea a partir de la necesidad de incorporar nuevos paradigmas en la comprensión y abordaje de la patología psiquiátrica, específicamente en las psicosis, relevando el rol del lenguaje como elemento central en la configuración de mundo y en la posibilidad de interactuar intersubjetivamente con el otro.

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